viernes, 29 de agosto de 2008

Esto es un decir


Sus cabellos dan la impresión que nunca han sido acariciados de manera exhaustiva, hoy lo hice mientras sus ojos estaban cerrados por el sueño que se desprendía del olor de sus almohadas antiguas. Mi hombre tiene esa peculiaridad de tener los ojos grandes y diminutos a la vez, sus gafas cuadradas que encierran lunas espesas hacen que el color delicioso de su mirar se entristezca hasta parecer dos ceros olvidados. Su nariz ancha lo dice todo; como el tronco de un árbol viejo por donde mucha savia ha transitado, el circular del aire se hace difícil y este tronco-nariz emite sonidos que me hacen amarlo cada vez más. A pesar de que la estética ordena el desaparecer los molestosos pelillos que tenemos en la nariz, en él puedo ver pequeñas patas de arañas diminutas que se niegan a entrar y prefieren flotar al inicio de sus inmensas fosas, debo confesar que a veces me dan muchas ganas de invitar, con un lenguazo, a las patas de arañas a ingresar a esa cavidad oscura.
Hasta aquí he podido contenerme de manera saludable pero al visualizar sus labios corro el riesgo de ingresar a la desmedida locura, podría describir la sensación de dos ballenas inmensas apareándose en medio de un mar de jugosas explosiones de placer, los labios de mi amado no pertenecen a este mundo, sus labios han pasado, incansables, por innumerables sacrilegios, torturas y penas, han saboreado incontables veces la perfección de sus propios dientes al morderlos, estos labios han acompañado de manera ejemplar las sonrisas más perfectas que mi memoria pueda recordar. Cuando su mirar se enamora de mi ser yo me idiotizo con el leve cambio de colores que puede darse en sus labios: los muerde en rojo de izquierdas revolucionarias, los saborea en oleajes de rosados pálidos y descansados y los humedece en capaz de naranjas amarillentos como frutas que invitan a ser tomadas.
Pequeñas manchas marrones, como estrellas de barro en el desierto, salpican la inmensidad de su piel en el rostro, es como si estas pecas le dieran un aspecto de niño enfermizo que me hace tener el siguiente sueño: yo cuidándolo por el resto de la vida, vida que nos ha juntado para admirarnos.